30 September 2006

El hombre se libera cuando ejerce su voluntad, y una mujer se libera cuando ejerce su sexualidad.

A.Nain.
La Soledad es la madre de las Artes, y la madre de las Virtudes es la Ética.
A.Nain.

21 September 2006

La llamé en cuanto llegué a casa. Durante el viaje no había probado ni una pizca del erotismo de Carla. Me sentía ansioso, y hacía esfuerzos por no incurrir en la conducta de siempre. Tocaba mi zona pudenda sin saberlo. Satisfacía en algo mi deseo, pero pensaba en matarlo. Resistí poco tiempo.
"Artista: Aquel que cree, crea, y finalmente cae..."
Pedro carrasco
"...no es instinto de vida; tampoco es instinto de muerte. Es instinto de estar presente..."
Nelson Vera

20 September 2006

Una imagen vale por mil palabras, y un combo en el hocico por mil puteadas

16 September 2006

La piel es un gran ojo, habría que preguntarle a los ciegos como es el mundo.
A. Nain.

12 September 2006

Estoy en mi habitación, sentado en el escritorio que cada noche me ve llegar a el, con un tazón lleno de café, y con un paquete de cigarrillos.
En el suelo hay una alfombra de papeles que ido sembrando diariamente. En una esquina tengo cuatro columnas de libros que no superan los cincuenta centímetros de altura.
En el escritorio hay un libro a medio leer de Roberto Kusch "La Seducción de la Barbarie".
Miro por la ventana de mi habitación, la noche deslavada que hay. Las pocos estrellas que diviso titilan en agonía, con un brillo gastado, creo que yo también las acompaño en su cansancio.
Me miro las manos un momento y me levanto, apresurado por no se que, cojo mi chaqueta y mi discman y me lanzo tránsfuga a la calle.
En la esquina como siempre esta lo más pulcro del barrio, sigo adelante, cruzo a la otra esquina donde se encuentra el metro, al cual al introducirme en el lo cruzo transversalmente, con lo cual me ahorro bastantes pisadas innecesarias. Me dirijo a un pool en el cual por un par de billetes puedes conseguir todo lo que quieres. Entro en el recinto en el cual hay ocho mesas de pool, de las cuales se están ocupando tres de ellas, la mesa que yo busco, es la que se encuentra en toda una esquina. Busco a un sujeto de mediana estatura, moreno al cual le dicen Turri, no se por que le dicen así, pero la verdad el hombre es realmente feo, tiene un rostro ovalado y del labio superior le cuelga un bigote que tapa su precaria dentadura, tiene las coyunturas de las manos reventadas por el frió, lo cual a sus manos le da un efecto de gran tamaño. Sus antebrazos están todos mutilados, producto de cortes reiterados efectuados en la peni, eso lo hacen los presos con el fin de darle jugo a los gendarmes.
Me acerco hasta donde esta el Turri, el cual ya me tiene cachado, lo saludo y le pregunto como va todo. Después de avernos saludado y haber intercambiado algunas frases, le digo que ando buscando novocaína de veterinarios en ampollas a ver si lo tiene o hay que mandarlo a buscar.
Él me contesta que tiene que mandar a buscar lo que yo quiero, con lo cual tengo que esperar o volver más rato.
Decidí esperar y jugar una mesa para probar como estaba mi suerte esa noche, además ase tiempo que no jugaba.
Pasaron cuarenta y cinco minutos y nada, lo que buscaba no llegaba, abra pasado otra media hora y uno de los esbirros del Turri llegaba con el encargo que había realizado.
Termine de jugar la mesa la cual perdí, después de eso le pase los billetes al hombre y cogí la ampolla que brillaba con la luz que le llegaba.
Me dirigi al baño del local, abrí la puerta y me encontré con un bulto tirado en medio del piso el cual estaba infestado por orines, al entrar el bulto empezó a musitar palabras incomprensibles, el sujeto se trataba de poner de pie pero estaba demasiado ido para que los miembros le respondieran. La luz de neon a intervalos empezaba a titilar, lo cual hacia del baño un lugar especial para entrar en transe.
Saque una cuchara del bolsillo, pero antes de eso hice funcionar mi discman, subí el volumen al máximo para escuchar sin tener que ponerme los audífonos, Here Come the Bastards de Primus sonaba como fondo, rompí la ampolla y el contenido de ella lo voltee en la cuchara, tome el encendedor del bolsillo derecho de mi pantalón y coloque la llama en el poto de la cuchara, tenia que hacer todo esto para que el liquido se cristalizara.
Todo esto me habrá tomado alrededor de diez minutos, después de tener todo listo molí la piedra cristalizada haciendo un polvo con ella e inhalando todo de una sola ves. Después de ingerido el producto me voltee hacia donde estaba el residente anónimo del baño, no se cuanto tiempo habré estado parado mirándolo, pero en un arrebato de lucidez tome la billetera del sujeto para ver si contenía algo valioso, tenia un par de billetes, de los cuales me quede con uno de ellos. Le deje la billetero en un bolsillo de su ropa, salí como pude del local chocando con todas las mesas y con la puerta, cuando estube afuera cogí un cigarrillo y mientras lo consumía sentía como todo se deformaba en mi mente.........................................
A. NAIN.

05 September 2006

He descendido la escalera que conecta la calle con mi morada, abajo el sol calienta las calles y a sus ocupantes que transitan con sus cabezas gachas.
Me subo a un vehículo que obtuve la noche anterior no muy religiosamente, el cual espera impaciente mi presencia para que por medio de contactos que se generan producto de la mecánica, el recobre la vida una ves más, y pueda deslizarse por el asfalto.
Lentamente lo ago escurrirse por la calle circuito de conexiones, que me retienen en el rizoma. Tomo Américo Vespucio, para descender por Eduardo Castillo Velasco, trato de acelerar cada ves más, pero las señales éticas me detienen, no importa, encapsulado en este artefacto que ruge cada ves que lo acelero me olvido de lo externo, me dirijo en este animal metálico al corazón de la ciudad.
Veo por el espejo retrovisor a una pratrulla de uniformados (pacos culiaos), estoy nervioso el auto es robado, pero se que no puede pasar nada, ya he cambiado la patente la cual corresponde a un modelo igual al auto que conduzco, esta todo planeado.
Pienso si es que el trato que se acuerda, para fijar la suma de la venta de esta maquina se respetara, siempre a uno le sacan algo, pero en fin no me puedo retractar, necesito el dinero.
Ya estoy en el centro, y me dirijo a un estacionamiento, en el cual reciben a todos los vehículos de esta clase, los que están a cargo de ver los autos para corroborar que están en buen estado ni siquiera saben hablar, ¡pero que me importa!, solo quiero mi dinero.
Doblo por algunas calles antes de llegar a la entrada del estacionamiento, toco la bocina para que los que están adentro se despabilen, lentamente introduzco el auto hasta donde hay un muchacho que limpia autos, el sabe quien soy, yo también se quien es. Paro el motor y espero que los otros que están adentro se acerquen.
Antes de bajar y deshacerme del transporte tomo uno de los cigarrillos que me quedan, quiero ocultarme en el humo que desprende el cilindro nicotinozo, las manos me transpiran mientras todo esto lo ejecuto, estoy nervioso esto es algo que nunca he podido evitar. Abro la puerta y la cierro, los hombres que se me acercan me saludan como si fuéramos viejos amigos, uno de ellos es el que la lleva, los otros solamente son uno pendejos que se creen malos. No les digo nada, el viejo mira el auto y me dice que cuanto era, como si uno fuera hueon, y me dice en tono de broma que no le havia dicho que la chapa estaba reventada junto con el contacto del encendido, me rió en su cara y le digo que estoy apurado y que si no le gusta que encargue otro o que se baya a la mierda, los pendejos me lanzan algunas palabras.
-no se ponga hueon socio-
Todo esto es parte del regateo, el viejo se ríe mientras saca un par de billetes que me pertenecen y me pasa el fajo de dinero, le miro las manos mientras las estira para pasármelo, es un mecánico sus manos lo delatan, otro culiao que se quiere salvar.
Recibo el dinero y nos despedimos, prendo otro cigarrillo para poder avanzar hasta la salida.
Camino hasta llegar a un bar el cual esta en toda una esquina, afuera del bar hay un quiosco, me paro como vacilante y pido un paquete de cigarros.
Abro la cajetilla y saco un cigarrillo, me toco los bolsillos buscando lumbre pero ya no me quedan fósforos. Le pido fuego al dependiente pero este me contesta que no puede convidar fuego por la ley que a aparecido ya que si me convida fuego lo pueden acusar de que esta vendiendo cigarros sueltos. Lo miro y le digo que me venda entonces un encendedor, hacemos la transacción y en ves de dar las gracias como acostumbro le digo que lo podían acusar de vender muerte , el tipo me mira y me manda a volar.
Entro al bar y pido una cerveza, miro hacia fuera estoy cerca de la Alameda, antes de salir para volver a mi morada ciento las tripas rechinar, tiene que ser hora de almorzar. Buena hora...
A. NAIN.
Duda
Sillas, escritorios, computadores, oficinas, pasillo, pisos, edificios, calles, autos, veredas, transeúntes, atavíos, etc. Y una inmensa nube en el cielo. Me pregunto si habrá algo detrás de todo esto.
Jako Oliveira
Breviario de sensaciones
Me siento pesado. Hay zonas de mi cuerpo que se hacen notar. Son lugares sobreexitados por este derredor cambiante. ¿desde qué instancia miro? No siento que sea yo mi cuerpo. Ante el dolor huyo. Me intoxico en un afuera tupido de imagenes chirriantes.
Me siento liviano. No percibo diferencia entre una zona y otra de mi cuerpo. Al rededor, todo me parece uniforme. ¿acaso estoy ciego? el placer de estar así evanesce gradualmente como yo.

Jako Oliveira

04 September 2006

Breviario de normalidad

Siete y cuarenta y dos fue la hora de llegada. La cita de las ocho tenía reservado un momento más de espera. El guardia me dió una ficha por la mochila y me invitó a tomar asiento en la sala contigua que a esa hora todavía era aseada por una señora negra y chica. Desde que está en mi poder no dejo de escuchar música. Música, dolor de espalda, dorsal; dorsal, dolor de espalda, música. Distensión de la musculatura. A las ocho en punto, gentilmente, el mismo guardia que me recibió, me proporcionó las debidas instrucciones para dirigirme al lugar del edificio donde se me realizarían los exámenes. Cuarto piso, mano izquierda. Antes de llegar al fondo del pasillo escucho al guardia que me grita; al voltearme, lo veo indicándome con su índice izquierdo una zona de la muralla. Tuve que acercarme unos metros para darme cuenta que se trataba del ascensor. Era obvio que se trataba del ascensor. Entonces di las gracias, y lo cogí solo. Aproveché de mirarme en los espejos de frente y de medio lado.
¿Por qué a los ascensores hoy los forran con espejos? Ha de ser por el síndrome de claustrofobia que padecen muchas personas. De hecho, yo, personalmente, me declaro un tanto claustrofóbico. Aunque de todas formas suele ser mucho más recurrente en mí la idea de utilizar los espejos para confirmar mi atractivo, o pensar en la posibilidad de verme involucrado en un buen #polvo# de esos que ocurren en la películas o las series, se insinúan en los comerciales y se conversan en los programas de televisión pasado las diez.
Salí y me dirigí hacia la izquierda del pasillo. Ya se encontraban varias personas esperando. Al menos esta sala tiene televisión –pensé-. Que murió el “caza cocodrilos”, que el “pollo fuentes”, que la “pampita”. ¿Cómo le irán a decir a uno? En realidad a mí ya me han puesto de varias maneras. Suelo enorgullecerme de sólo una. Se trata de la que recibí cuando apenas rozaba los diez años de edad. Mis vecinos me llamaban el “matón de la cuadra”. Era buenísimo para los “cornetes”-decían los "cabros"-. Definitivamente era un gangster, una mezcla entre “Tony Montana” y “Michelle Corleone”, aunque con un dejo de arrepentimiento como Don "Rodrigo Mendoza". Es notorio para quién me ve actualmente, que esa potencia no se mantuvo en el tiempo. Hoy me siento dócil como cualquier hombre. Aunque a veces pienso que si decido volverme siquiera un poco irasible como entonces, esta vez sí mato a alguien.
Así es como transcurrió la mañana. Me tomaron la presión, me midieron, me pesaron, y hasta me palparon los testículos. Todo en óptimas condiciones, listo para trabajar.
Jako Oliveira