18 April 2010

Derretido por el sol que abrasa la mollera, me dejo caer en los brazos de la somnolencia, contemplando a las palomas del desierto revolotear por las paredes de mi cordura. Condensando cada pulsación me arrojo y me recojo sin articulación, la piel se derrite y el sudor corre sin control. Un zorzal picotea la cabeza de una mariposa, y una serpiente trepa por la arboleda donde animosamente el ave come para ser comido

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