75 grados de alcohol corriendo por las venas, ecos del pasado golpeando mis sienes, mis pasos los siguen burbujas de alcohol que se revientan en cada paso que doy. Ojo por ojo, diente por diente, es así como se pagan las deudas en esta existencia.
Dirigido a la nada con un fiel camarada doy mis pasos en falso por una borrachera que es de aquellas en la cual uno no quiere verse envuelto.
Tropiezo con mis zapatos cada dos pasos, y el estomago lo ido dejando cada tres, espero detenerme pronto, ¡alguien apague mis piernas por favor! que me llevan a la incertidumbre de la noche.
Trato de recuperar la conciencia y el dominio de mi mismo, pero cada vez que me concentro en el exterior es como mirar a través de un ojo de gato, de aquellos que hay en las puertas de ciertos departamentos para vislumbrar quien esta afuera.
No se como, ni por que pero entramos a una sala de pool. Esto es un chiste mal contado
Veo cuerpos, sombras, no hay nitidez todavía, aun así tomo mi taco para al menos apechugar y aprovechar de despabilar, aun sigo en piloto automático.
Mi camarada como Sancho me guía en el juego que iniciamos, para al menos no hacer el ridículo al frente de las bolas de colores que debemos de golpear, y no es que allá corrido a pelear con molinos de viento.
Pero no doy ni una, ni una sola. Pero bueno sirvió para poder tomar el control de mi cuerpo y dejar a un lado el piloto automático que me arrastro tan lejos del hogar. Mi visibilidad aun es nubosa, puedo ver con cierta claridad a tres metros de distancia lo demás se pierde no distingo nada mas allá.
Salimos a la calle nuevamente, con nuevos bríos, con antojo de otra copa u otras copas, ésta noche es eterna sentado en un bar tomando lo que nuestro capital puede comprar.
Nos miramos a la cara y nos largamos del lugar, calabaza calabaza cada uno a su casa.
Nos despedimos en una esquina toda roñosa alumbrada por las caladas de los cigarrillos que por momentos no dejaban de sucederse, cada cual tomo su rumbo.Camine media cuadra y me subí a un taxi dándole las coordenadas de adonde debía dirigirse, no se cuanto tiempo abre estado tragando asfalto subido en este carro, pendiente del taxímetro que no dejaba de pestañearme a mi derecha, sin levantar la voz sacaba cuentas del dinero que tenia en los pantalones o creía tener, lo hice detener a diez cuadras de mi hogar, tome el dinero de mi pantalón el cual no era el que correspondía con la cuenta que se agitaba en mi cara, así que tome el monedero en donde tenía guardado mi capital y lo vacié en mi mano derecha, ni siquiera lo conté lo entregue y con un disculpa me eche a caminar. Las cuadras caminadas se me hacían mas largas entre más me acercaba a mi destino, movido solamente en estos momentos por el deseo de la cama que acoge y mece los pensamientos. No recuerdo mas, eso es todo, además para que recordar.
Dirigido a la nada con un fiel camarada doy mis pasos en falso por una borrachera que es de aquellas en la cual uno no quiere verse envuelto.
Tropiezo con mis zapatos cada dos pasos, y el estomago lo ido dejando cada tres, espero detenerme pronto, ¡alguien apague mis piernas por favor! que me llevan a la incertidumbre de la noche.
Trato de recuperar la conciencia y el dominio de mi mismo, pero cada vez que me concentro en el exterior es como mirar a través de un ojo de gato, de aquellos que hay en las puertas de ciertos departamentos para vislumbrar quien esta afuera.
No se como, ni por que pero entramos a una sala de pool. Esto es un chiste mal contado
Veo cuerpos, sombras, no hay nitidez todavía, aun así tomo mi taco para al menos apechugar y aprovechar de despabilar, aun sigo en piloto automático.
Mi camarada como Sancho me guía en el juego que iniciamos, para al menos no hacer el ridículo al frente de las bolas de colores que debemos de golpear, y no es que allá corrido a pelear con molinos de viento.
Pero no doy ni una, ni una sola. Pero bueno sirvió para poder tomar el control de mi cuerpo y dejar a un lado el piloto automático que me arrastro tan lejos del hogar. Mi visibilidad aun es nubosa, puedo ver con cierta claridad a tres metros de distancia lo demás se pierde no distingo nada mas allá.
Salimos a la calle nuevamente, con nuevos bríos, con antojo de otra copa u otras copas, ésta noche es eterna sentado en un bar tomando lo que nuestro capital puede comprar.
Nos miramos a la cara y nos largamos del lugar, calabaza calabaza cada uno a su casa.
Nos despedimos en una esquina toda roñosa alumbrada por las caladas de los cigarrillos que por momentos no dejaban de sucederse, cada cual tomo su rumbo.Camine media cuadra y me subí a un taxi dándole las coordenadas de adonde debía dirigirse, no se cuanto tiempo abre estado tragando asfalto subido en este carro, pendiente del taxímetro que no dejaba de pestañearme a mi derecha, sin levantar la voz sacaba cuentas del dinero que tenia en los pantalones o creía tener, lo hice detener a diez cuadras de mi hogar, tome el dinero de mi pantalón el cual no era el que correspondía con la cuenta que se agitaba en mi cara, así que tome el monedero en donde tenía guardado mi capital y lo vacié en mi mano derecha, ni siquiera lo conté lo entregue y con un disculpa me eche a caminar. Las cuadras caminadas se me hacían mas largas entre más me acercaba a mi destino, movido solamente en estos momentos por el deseo de la cama que acoge y mece los pensamientos. No recuerdo mas, eso es todo, además para que recordar.
A. Nain.
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