11 August 2009

De rodillas, con las mejillas palpitando y con la mirada tan distante que era difícil determinar si es que seguía con nosotros.
Su cuerpo magullado por la paliza que estaba recibiendo, se negaba a reaccionar,
Pero aun así se levantaba, quizás era arrogancia o puro instinto, la verdad que nunca se supo que era lo que lo impulsaba a levantar los brazos para seguir la contienda. Cada golpe estremecía el lugar. Cada uno de los contrincantes pensaba para sus adentros por que no cae.
La tención se sentía en el aire, golpe tras golpe se escuchaba como un sonido hueco que invadía el recinto. Nadie era lo bastante cojonudo para parar el dramático espectáculo que se dejaba ver. Con la espalda apoyada en la muralla, saludando los puños que se sucedían uno tras otro se fue desvaneciendo hasta caer y quedar sentado. De ahí nadie lo movió hasta que los pacos llegaron al lugar, estaba semidesnudo ya que después de caer le quitaron todo lo que era de valor; su cuerpo tenia las marcas de la contienda, pero el rostro era como ver al hombre elefante, el ojo derecho ocultado por una gran bolsa que emergía en su lugar, la nariz partida en dos y el labio superior echo un desastre total, como héroe caído de su altar lo habían dejado, tapado con diario yacía, alumbrado por un poste que daba una luz amarilla acompañada por insectos revoloteando a su alrededor.

A. Nain

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