31 May 2007

Encerrado en el baño he tomado un alicate estirando mí lengua y arrancándola de raíz, enjugando el hilo de sangre que se derrama con mi puño izquierdo.
Me agito bruscamente de dolor, expulsando un chorro de sangre que cae al lavamanos tiñendo todo de rojo.
Las rodillas se me doblan afirmándome del lavatorio y escupiendo sangre al mismo tiempo al piso. Ciento como un latigazo en la espalda que me remese con furia, me pongo de pie como puedo y contemplo el reflejo de mi imagen, estoy tan pálido parece que los años me hubieran pasado por encima y yo no me hubiera dado cuenta.
Cojo hilo negro para terminar la operación hilvanando el hilo en una aguja que es como un garfio, tan fina y delicada que parece un suspiro.
Me tomo mi tiempo antes de terminar lo que he comenzado, acumulando sangre en el paladar y tragándola con bastante dolor. Comienzo la operación con más vacilación que destreza, introduciendo la aguja por encima del labio superior y extrayéndola con mucha paciencia del labio inferior, el dolor se disipa y vuelve. Cada cierto tiempo la aguja se agripa con la carne, es en ese momento en los cuales ciento más dolor al tener que dar ciertos tirones a la aguja para que pase, mezclándose todo esto con la sensación que produce el hilo al pasar. Las lágrimas se me escapan corriendo pendiente abajo acumulándose todas en la boca, para posteriormente derramarse por la comisura de los labios hacia la pera la cual las lanza al suelo para que estallen al contacto del piso.
Abre estado mas de dos horas realizando la puntada dejando en la comisura del labio inferior lo restante del hilo.
Me ciento en el escusado para descansar metiendo la cabeza entre las piernas y juntando lo que me queda de fuerza. Corro la cortina de la ducha y giro la manilla del agua caliente, realizado esto me saco la ropa como puedo y me tiro a la tina dejando que el agua me limpie la sangre metálica que derramo cada cierto tiempo, solo dejo que el agua caiga sobre mi, corto el agua después de un buen lapso de tiempo y salgo del baño sin secarme desnudo como me siento. Me dirijo hacia mi habitación dejando detrás mío un rastro de agua que cae sigilosamente de mi cuerpo, llegando a mi cama mas muerto que vivo me dejo caer para poder descansar, preparandome para el nuevo día.

18 May 2007

Como hombres ya hicimos nuestra elección desde el comienzo de la historia, nunca elegimos el camino que nos presentaron nuestros dioses y desde temprano mostramos nuestra inclinación. Creer alguna vinculación con ellos esta extinta. Cualquier promesa que el mundo aya realizado en el transcurso de tiempo que se pueda recopilar a sido rota por la alternativa a la cual nos inclinamos, es por eso que preguntarse por que el mundo rueda de esta manera esta demás.
Es el camino que nuestros padres eligieron para nosotros, es el camino que nosotros elegimos por nuestros hijos. Cada flagelo de la humanidad esta bien administrado, son los prejuicios de lo elegido. Cada dolor por el cual tengo que pasar por el resto de vida es lo justo, son los daños colaterales, es lo que me ha tocado por la elección efectuada, chillar simplemente es el clima dramático de esta decisión. No hay a quien culpar y si lo hubiera aun así tendríamos que callar, es lo que merezco, es lo que merecemos.
Unos piensan que quemando incienso lo hecho se indultara, otros que con discursos de acción calmaremos nuestra agitada conciencia, todos ellos son el reflejo de nuestro donaire, y nuestro buen humor.
No hay nada que disimule lo que hemos hecho, negar nuestra obra simplemente es nuestra afirmación de lo hecho. Callar y continuar es nuestra penitencia.
Cada noche fenece un dialogo,
Estocado por aleves palabras.
Con fruición reconquistaría diálogos,
Con costillas de primorosas extremidades,
Con homólogos de brazos hercúleos.
En esta noche que se desangra lentamente,
Y en donde el recuerdo aguijonea mi mente.
Tengo arrepentimientos serpenteando mi interior
Los cuales quiero que se retiren en silencio.
Cada noche como penitente
Soy estocado por palabras traicioneras.
Desangrándome lentamente,
Retirándome en silencio.
Nos encontramos en medio de tanta gente; habían pasado más de cinco años, el alboroto de ese lugar senos mudo al centro del plexo solar. Nos quedamos mirando un buen rato antes de saludarnos, nos miramos tratando de reconocer los lugares que cada uno conocía del otro. Ya ninguno era el mismo solo quedaban recuerdos de parte de cada uno. Cuando nos saludamos tratamos que fuera lo más rápido posible, para poder alejarnos nuevamente. El alboroto de nuestro interior había ganado nuevamente.
Siempre he mirado por la ventana observando a los payasos realizar sus monadas. Encallando cada día en la burla, zozobrando en la estupidez.
Siempre me han inquietado aquellos que pretenden venir de otro lugar, imitando idiomas y posiciones como coterráneos de otros lugares. En esos momentos se me viene a la memoria la voz de un amigo que me dijo que en estos tiempos se puede ser cualquier cosa. Muchos se creen argénteos y por escuchar algunos tangos imitan la pluma acentuada de aquellos. Esos son los peores, son como mozas pavoneándose en medio de la calle, pero que cuando la luz no les da se les puede ver lamiendo su vil existencia.
Siempre me ha gustado la calle, y el olor de café escapándose de algún local. Me encantan las piernas de las mujeres. Hubo un tiempo que unas piernas me tenían hechizado, pero su dueña solo quería ser buscada pero no besada, eso me desconcertó.
Siempre comienzo el día de la misma forma, me gustaría terminarlo de la misma manera, entremedio de unas piernas.

10 May 2007

Sordo como tapia, ciego como topo.
Como el nuevo Leviatán que se levanta
Desde los cimientos de la creación.
Ahí va mirando desde el rencor lo que no puede tener.
Las ansías carnívoras del deseó lo devoran
Sacudiéndolo desde la raíz vertebral.
La muerte cortesana del miedo lo tiene atado a su litera
Visitándolo cada noche de cada día.
Ahí esta nuestro huésped indeseable,
Carcomido por su inextinguible envidia.
Ahí va sordo como tapia, ciego como topo.