He golpeado tu puerta lo más fuerte que podía, esperando que escucharas mi llamado, esperando que atendieras mi invitación que te he hecho llegar con el pecho abierto con el corazón en la mano.
He golpeado la puerta de tu mundo con demasiada violencia que te he asustado, y en la boca me ha quedado un hilillo de voz del cual las palabras ya ni se notan.
Estoy con mis piernas dobladas viendo girar al sol, esperando que la primavera no me alcance para no tener que recordar mi intento fallido, para no tener que temblar de desesperación, con el corazón en la mano, con el pecho terriblemente herido.
Estoy solo como huérfano. Alejándome te diviso en mis recuerdos, alejándote te diviso tan, pero tan lejana.
He golpeado tu puerta y no me has contestado y mi corazón se ha entumesido en mi mano.
Me pregunto para mis adentros a donde se dirigen los barcos de mi mente, ya que mi mar se derrama de mí ser.
He golpeado tu puerta más fuerte, esperando que escucharas mi llamado, ya que creí a ver escuchado el tuyo.
Me deslizo sobre mis pasos, recojo mis fragmentos, caigo sobre la noche con el pecho abierto, con el corazón en la mano.
18 November 2010
Desde la cuneta
Se desliza un centenar de langostas.
El basural de
La ciudad se esparce como polen
Inundando con su fragancia
Los sentidos, articulando
Un centenar de colores
De los cuales se desprenden
Mis pulmones.
Las uñas las he clavado en las paredes
Al someterme a tan angustiante
Deleite de aromas que desfilan a mí alrededor.
Los perfumistas del mundo
No han embotellado apasionante aroma, que curioso.
Desde la cuneta me deslizo
Zozobrando en instantes en un mar de langostas
Que devoran lo externo
Y que participan de lo interno.
Mordisqueando un poco acá,
Mordisqueando un poco haya.
Espectadores del foro interno
Actores de la realidad.
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