30 November 2009

Donde corren, donde van tan aprisa,
Donde van tan apurados, corriendo sin descanso.
Donde van en manada, como ganado.
Hacia cual precipicio piensan lanzarse con los brazos abiertos.
Donde van, descarrilados hacia el infinito,
Donde van fugitivos de las ideas.
Hacia cual desfiladero van con tanta vanidad.
Donde van con tanta naturalidad,
Donde van con coronas de reyes, simulando amaneramientos al andar.
Por que persiguen luces artificiales, desgarrándose unos a otros.
Donde van en multitud hacia la nada,
Pescadores de ficciones, de supuestos melindrosos.
Donde corren con muletas y sillas de ruedas,
Donde van pequeñas catástrofes.
Hacia donde se dirigen con la ruina en sus hombros.

A. NAIN
Pétalos de fuego caen de los cielos
Estallando al contacto con la tierra,
Por la ventana el aliento gélido
Asoma su silueta.
Manada de perros se suman al aullido infernal
De la humanidad, mientras, un cojo baila desesperadamente
Para no caer al suelo y no magullarse el orgullo nuevamente.
El sonido que trepa furtivamente hasta colarse por el tímpano
Agita el cuerpo, soltando las amalgamas de las put@s más viej@s.
Una casuela de seniles reflexiones servida en la mesa está,
Mientras que en el espejo del mundo nos ornamos con
Una corona de estrellas que calzamos en la frente,
Y en el pecho abotonada al costado izquierdo la indigencia espiritual,
Que resalta como una flor que hace estallar su color en el cenit de su existencia.

A. NAIN
La noche esta llena de estrellas
Y sacudido por bocanadas de aire se mese mi conciencia,
Que es acunada por tus manos.
El mundo se ha derretido a mí alrededor
Solo estamos en esta hebra del tiempo.
Un rayo se aproxima como mensajero
Depositando su fuerza en la tierra.
El calor se va desvaneciendo,
Y el sueño llega a congelar el momento en el recuerdo.
La mañana no sabe de ausencias, llegando con su coro
A apartar nuevamente mis pretensiones de descanso.

A. NAIN
Mi amor hay deseo incalculable en cada palabra dada.
Desde los sentimientos que se vuelven inescrutables,
Desde tus caderas sujetas con mis manos las cuales se abren
Y crecen como enredaderas envolviendo tu cuerpo.
El llamado del cuerpo no acepta excusas,
De alguna manera se hace sentir.
En un parpadeo, en un pulso,
El sudor es su voz más aguda.
Voy tan lento como puedo,
La eternidad se ha echo minúscula
Y mis labios en llamas de deseo están.
Me ruborizo al constatar tu deseo
Y tus manos que ágiles se han vuelto.
Vamos juntos en esta desenfrenada carrera
Tomados de las manos mordiendo-nos los labios.
Mascullando un lenguaje incomprensible.

A. NAIN
Desde el útero de concreto me levanto,
Para echar una mirada al interior del templo de la prostitución
A la gente caer de rodillas bajo el charco de pedrestes deseos en los cuales yacen.
Todo alumbrado por la luz que se cuela por vitrales confeccionados
Por montones de ojos que miran al interior del templo.
Ahí yacen los cadáveres de la bondad,
Alumbrados por el corazón de neón.
El pontífice sacerdote ataviado con su indumentaria
Se dispone a repartir sus bendiciones, mientras que los fieles
Han comenzado a levantarse vomitando en sus ropas el dolor que tan satisfechos
Sus padres les enseñaron a cosechar.
Al fondo del abovedado recinto, el llanto de un crió dejado como
Alimento para los perros de la calle.
En el altar el pontífice sacerdote terminando su teatral discurso
Montado sobre las nalgas de la gran puta que sujeta por los cabellos,
Alzándola de ves en cuando, deja ver sus pechos de miel
Los cuales harían sonrojar a cualquiera.
El camino a la felicidad sembrado de cráneos,
Alumbrándose el camino con antorchas alimentadas con el fastuoso dinero
Que el mundo produce tan generosamente.
No hay donde correr, por que las bendiciones del mundo nos rodean,
Donde estemos y a donde vallamos.

A. NAIN